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Las dos coruñesas fundadoras de Pata Celta aparcan su trabajo el viernes y cogen carretera para convertirse en embajadoras del porco celta por la geografía española

Vía El Español

De festival en festival, paseando Pata Celta por la geografía española. Por la semana, las dos coruñesas fundadoras de esta marca gastronómica centrada en productos a base de porco celta, cumplen horario de oficina en sus respectivos trabajos. Maira Vilar, trabajadora social y su socia, periodista, se embarcaron en la aventura de tener un negocio de gastronomía sobre ruedas.

Cuentan orgullosas que en uno de sus primeros festivales, campeones como Gony Zubizarreta o Aritz Aranburu probaron su porco celta. Hablamos con Maira Vilar sobre la vida nómada de fin de semana en la que se embarcaron hace apenas dos años, cuando constituyeron la empresa. Desde entonces no han parado.

¿Cómo se os ocurrió la idea de llevar un food truck por Galicia adelante?

Llevamos a Pata Celta de festivales porque queríamos reivindicar el porco celta, el «pata negra gallego». Como emprendedoras sostenibles, nuestro proyecto se basa en la recuperación y comercialización de una de las joyas gastronómicas gallegas: el porco celta. Es la raza porcina más importante de la historia de Galicia, la única autóctona, pero está en peligro de extinción. Había que llevarla a otros escenarios para que conociesen y valorasen al cerdo más feliz y sano. ¡Y nos pusimos manos a la obra!

¿Qué diferencia al porco celta? ¿Quiénes son vuestros proveedores?

El porco celta es el cerdo limpio, alimentado en absoluta libertad en el bosque con bellotas, castañas y cereal. Vive en unas condiciones muy exigentes de pureza genética y bienestar animal, certificadas por la Asociación de Criadores de Raza Porcina Celta (ASOPORCEL). Junto a criadores de la provincia de Lugo, apoyamos la alimentación de proximidad, con una carne cardiosaludable y de baja huella ecológica. Además, el porco celta es una “máquina” en la prevención de incendios, no existe mejor desbrozadora.

¿Por la semana tenéis otros trabajos, esto forma parte de la adrenalina de los fines de semana?

Saltar desde el trabajo social y el periodismo al mundo festivalero fue un aprendizaje acelerado. Primero, porque quisimos formarnos en la gastronomía on the road y además introducir una raza autóctona gallega aún muy desconocida en aquel momento y que era #slowpork. Segundo, Pata Celta tenía que ofrecer siempre la máxima calidad. Y el lunes, ¡a trabajar otra vez! (risas).

¿Se hace turismo con el food truck, o ya ni te fijas?

Difícil encontrar un hueco para hacer una escapada o incluso para escuchar una canción de tu grupo favorito. Hay que conformarse con seguirlos desde la cocina, fundiendo salsa de queso de Arzúa para la burguer celta o friendo nuestras deliciosas croquetas de porco celta…

¿Qué es lo mejor y lo peor de tener un food truck?

Nosotras hemos trabajado con food truck, contenedor y stand. Lo mejor es el compañerismo entre la gente de los puestos. Son muy buena gente. También nos encanta presentarles el porco celta a los clientes. Los festivaleros están de fiesta y hay muy buen ambiente. Lo peor, la falta de espacio. ¡Qué bien nos vendría Marie Kondo!

¿Hay horario?

Supuestamente, sí. En la práctica, dependes de tantas cosas: que no llueva, que a la gente le entre un hambre tremenda antes de irse a dormir, que no haya una cancelación del evento… pero forma parte del directo y del aprendizaje acelerado cuando te metes en esto. Además, fuera de los festivales, también surtimos de productos Pata Celta a tiendas delicatessen, empresas y particulares.

¿Cómo elegís los sitios y las fiestas en las que participar?

Somos las embajadoras del porco celta en los festivales, de ahí que seleccionemos los eventos y festivales a los que acudir. Estamos reconocidas como alimento “slow food”, por lo que valoramos aquellos donde prima una visión eco-responsable como el Festival de la Luz -que tiene un equipo impresionante-, Portamérica o los festivales SAL y Arty de A Coruña, entre otros muchos donde hemos estado.

¿Cómo se hacen los llamamientos, os llaman de las comisiones de organización, o tenéis que estar en busca y captura de nuevos eventos?

Si lo haces bien en un evento, los organizadores ya cuentan contigo para repetir. En otras ocasiones, presentamos Pata Celta para introducir al porco celta en escenarios innovadores. Estamos muy agradecidas a Mad Cool Festival, el más grande de España. ¡Los madrileños y extranjeros se volvían locos por el porco celta! En O Son do Camiño o en el Marisquiño también les encantó.

¿Hay una comunidad de food truckers con los que se comparte, o cada uno va por su cuenta?

Existen varias comunidades en Galicia donde intercambiamos opiniones, eventos, rutas… la verdad es que da gusto trabajar con los compañeros y compañeras de este sector. Nos han enseñado mucho.

¿Pata Celta os ha llevado a algún lugar extraño, en el que no esperaseis estar?

No tanto por extraño pero sí por original. Los vecinos de Narón organizan una fiesta celta, el Oenach Atlántico, donde se visten de celtas, castrexos, druidas… y quisieron confiar en nosotras toda su oferta gastronómica. Fue un festival tan familiar como mágico. Y más celta, imposible.

¿Tenéis lugares favoritos?

Más que un lugar favorito… un momento favorito. Nos encanta cuando la gente prueba por primera vez el porco celta y dice: ¡guau, menuda carne! o ¡sabe a carne carne! Alguno repitió hasta 5 veces en un festival, una locura. Cuando la prueban, pensamos: ya hemos ganado un nuevo embajador del porco celta.

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